Nota del autor

Si la entrada que estás leyendo carece de imágenes, no se ve el vídeo que teóricamente lleva incrustado o el código fuente mostrado aparece sin formato, podéis conocer los motivos aquí. Poco a poco iré restableciendo la normalidad en el blog.
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Lobosoft.

miércoles, 4 de junio de 2008

Día Mundial del Medio Ambiente

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Hoy, 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, debería ser una jornada en la que reflexionar sobre nuestras acciones, y medir hasta qué punto están influyendo -o no- sobre la capacidad de este planeta finito capaz, de momento, de albergar vida. Cada decisión que tomemos contribuye a la sumatoria de pequeños actos que tuercen el rumbo del planeta cada día, pero también lo hace la indecisión, la inactividad. Si nuestras vidas están dirigidas (y cada vez lo están más) por las grandes empresas multinacionales y nos dejamos llevar por ellas, posiblemente al ser humano como tal le queden un puñado de décadas de existencia, durante las que seguirá llevando a la agonía al planeta que le da sustento y vida.


Pensemos en el ámbito que abarca esta bitácora, este blog: la informática. Como usuarios de ordenadores (posiblemente en su mayoría PC’s), sabemos a qué ritmo ha avanzado la tecnología en los últimos años. Tan rápidamente que un ordenador que comprásemos en una determinada fecha, a los dos meses quedaba obsoleto ante la avalancha de nuevos lanzamientos, ordenadores con procesadores más rápidos, más eficientes, con más memoria o con tarjetas gráficas mejores. Una de las ventajas de los clónicos de PC ha sido siempre su capacidad modular para ir creciendo. Es decir, si se nos quedaba pequeña la RAM, podíamos agregarle más memoria, si era el microprocesador el que quedaba antiguo, bastaba con sustituirlo por otro. Esta característica ayudaba a nuestros bolsillos y al medio ambiente, ya que había que sustituir menos “piezas” para obtener un mayor rendimiento, lo que implicaba un menos gasto y menos residuos tecnológicos, que ya de por sí son bastante complejos en su reciclaje, y se trata de una basura que ha multiplicado su número en los últimos lustros, ya que hoy día nada se repara, todo se cambia. Si se avería un televisor, o una tarjeta de ordenador, ni tan siquiera nos planteamos si una simple soldadura volvería a hacerlos funcionar. De hecho, busca ahora a alguien que sea capaz de leer un diagrama del circuito, detectar el problema y solucionarlo. Ahora todo es más fácil: se localiza el elemento averiado o defectuoso y se sustituye por completo. Limpio y eficaz… ¿pero acaso pensamos si es limpio y respetuoso con el planeta? Y hablo en pasado porque esta tendencia a la sustitución queda incluso limitada ante el abaratamiento y expansión de los ordenadores portátiles, mucho más compactos pero a su vez menos modulares, donde la sustitución de componentes queda reducida y en buena parte en manos de un técnico profesional. Ahora cambiaremos en bloques mucho mayores, desechando cada vez más cantidad de basura tecnológica.


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En esta imparable carrera informática, durante la que cada vez pedimos más y más a los ordenadores –mejores equipos, mayor eficiencia, un software más impactante visualmente-, apenas nos paramos a pensar si lo que nos ofrecen –si lo que demandamos- es realmente lo que necesitamos. ¿Para qué necesita una persona hoy día un ordenador con un procesador dotado de dos o cuatro núcleos, a tropecientos mil Gigahercios de velocidad, con uno o dos Gigabytes de memoria RAM y un disco duro que multiplica por quinientos, o por mil, dicha capacidad? ¿Para navegar por Internet y leer este blog? ¿Para abrir un procesador de textos y redactar un trabajo para el colegio, el instituto o la universidad? ¿Para editar una hoja de cálculo y controlar el gasto e inversión de nuestra empresa? Como informático que soy, no veo la correspondencia entre la necesidad real del 90% de usuarios de ordenadores y el ordenador que utilizan. En efecto, con un ordenador menos potente todo va más lento y algunos programas no funcionan bien. Pero, ¿es realmente así? ¿Nos planteamos que hace un año, o dos, o tres, existían los mismos programas que usamos ahora (o unos equivalentes) que nos ofrecían prácticamente lo mismo, y requerían para funcionar un ordenador mucho menos potente, más barato? ¿Quién provoca esta necesidad?


Hoy día, la empresa norteamericana (y multinacional) Microsoft ofrece como producto estrella su Windows Vista, un sistema operativo que requiere para su funcionamiento un ordenador varias veces más potente que su predecesor, Windows XP. Y éste, a su vez, requirió en su día ordenadores más avanzados que Windows 2000. Y así, sucesivamente, nos podemos ir remontando en el pasado hasta llegar a los tiempos del MS-DOS, y en cada salto generacional veremos cómo se incrementaron las necesidades de hardware que dieran soporte al sistema operativo y el software que usásemos con el mismo. No estoy diciendo que no deba existir un lógico crecimiento en los equipos informáticos con el paso del tiempo. Pero si estudiamos la evolución de los ordenadores personales con el paso del tiempo, veremos que si bien el hardware ha ido creciendo todos estos años y el software iba dando soporte al mismo, la tendencia se ha intercambiado en la última generación de ordenadores. Con procesadores tan rápidos y eficientes, para el usuario medio no se hacía necesario contar con un micro de doble núcleo. Pero el sistema operativo y los programas se volvieron más exigentes, provocando a los usuarios la necesidad de adquirir nuevos equipos. Igual ocurrió con la memoria, que quedaba cada vez más limitada ante la voracidad del nuevo software. Si los usuarios no tienen una necesidad, el mercado necesita su dinero y ha de provocárseles la sensación de necesidad, aunque sea falsa, que les lleve a consumir más. Windows Vista es un sistema operativo inestable, poco eficiente, y un voraz devorador de recursos. Necesita para ejecutarse un ordenador muy potente (demasiado, a mi parecer), y por motivos de diseño, deja obsoleto gran cantidad de hardware; periféricos que no tienen soporte por parte de Microsoft ni de sus fabricantes, con drivers que quedan obsoletos ante Vista y que obligan al usuario a sustituirlos por otros más modernos, aunque vengan a ofrecerle poco o ningún beneficio más. Y así tenemos a los fabricantes de hardware y nuevo software haciendo su agosto. Recordemos la cita de Craig Bruce: "El hardware es lo que hace a una máquina rápida; el software es lo que hace que una máquina rápida se vuelva lenta" y, de paso, recordemos que para fabricar un ordenador se necesitan -de media- 240 kilos de combustibles fósiles, 22 kilos de productos químicos y 1.500 litros de agua.


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Pero, ¿es que tenemos alternativa? ¡Claro que sí! Por fortuna, existen otros sistemas operativos, y otro software en el mundo. Software que no es tan voraz con el Hardware, que no emula tan a la perfección al hombre en su avance sobre la faz de la Tierra, tan similar al de Othar, el caballo de Atila, que dejaba devastada la tierra por la que pasaba, donde nunca más volvía a crecer la hierba. Hablo de GNU/Linux y, por extensión, del software libre. El software libre nos ofrece la libertad de elección, la no atadura (¿esclavitud?) a un sistema. ¿Y ofrece lo mismo que Windows? Por supuesto que sí. Para el usuario no cambiaría demasiado el uso del equipo (máxime ahora, que tanto Vista como otros productos como Office 2007 han cambiado tanto su interfaz de usuario que requieren un periodo de adaptación incluso por parte de los usuarios más avezados) . GNU/Linux posee entornos gráficos visualmente tan bonitos como los de Windows Vista, pero requiere para hacerlos funcionar de mucho menos hardware (de ahí lo que afirmaba anteriormente sobre la ineficiencia de Vista). Donde Vista necesita un par de Gigabytes de RAM y una tarjeta gráfica aceleradora dedicada de, al menos, 128MB, GNU/Linux + Compiz Fusion requiere al usuario una cuarta parte de RAM (512MB) y una tarjeta gráfica “normalita” integrada incluso en la placa con unos correctitos 64MB. En cuanto a las aplicaciones, tenemos Firefox como uno de tantos navegadores, OpenOffice como alternativa al paquete ofimático de Microsoft, y una amplia gama de software (buena parte del mismo gratuito, o de código abierto, o libre, sencillamente) para elegir.




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Windows Vista




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GNU/Linux con Compiz

Pues de eso se trata: de nuestra elección. Podemos consumir ávidamente los recursos del planeta con ordenadores cada vez más potentes, que requieran un mayor consumo de energía, generando cada vez más desechos tecnológicos, u optar por un uso más racional de la informática, buscando alternativas de menor coste (económico y ecológico) para cubrir nuestras necesidades. ¿Por qué tu ordenador a 400MHz, con 192MB de RAM iba a quedar inutilizable? El mío lo uso a la perfección con Vector Linux, donde tengo editores HTML y un servidor Apache, y desarrollo con él páginas web y aplicaciones que no tienen un consumo demasiado alto de recursos. Escribo usando OpenOffice, y va como la seda. De paso, no apoyo ciertas prácticas por parte de las multinacionales. Para “juguetear” con él, tengo instalado un eficiente BeOS 5. Y en ocasiones lo prefiero incluso al portátil, donde Windows XP me hace pensar en demasiadas ocasiones si reinicio el ordenador y arranco Ubuntu para todo aquello que no requiera explícitamente el uso de Windows.


Las empresas buscan el interés económico, pero nosotros tenemos la capacidad de elegir. Con cada elección estamos emitiendo un voto. ¿Saldrá electa la vida en estas elecciones? Está en nuestra mano.


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Feliz Día Mundial del Medio Ambiente.

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