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jueves, 10 de septiembre de 2009

Cuando hay demasiados patrones...

... y no hablamos precisamente de los de diseño ;)


Es curioso cómo un libro sobre comportamiento humano (fundalmentalmente desde un punto de vista etológico, sin despreciar el psicológico) y ecología puede brindarnos descripciones tan esclarecedoras de lo que ocurre cuando en nuestras compañías se establece un excesivo número de niveles jerárquicos y, sobre todo, cuando las interrelaciones entre los trabajadores y sus superiores se enmarañan en una red excesivamente tupida:




Una multijerarquización, a la manera de la que se da en el seno de las sociedades industrializadas, viene a constituir una exagerada diferenciación de jerarquía. A Este respecto, ya observa J. M. Milsum que el tamaño y la complejidad crecientes han dado lugar al establecimiento de jerarquías múltiples, entrelazadas y a distintos niveles, que restringen y alienan al ciudadano como individuo.
[…]
Ocurre, por tanto, que cada elemento o grupo de elementos de un sistema cualquiera, ocupa un determinado nivel de jerarquía –organización- dentro del mismo, y se halla situado en una red de referencias configurada por su propia posición dentro del sistema. Si dicha red es muy densa (gran número de niveles, tanto superiores como inferiores), entonces, los elementos de cada nivel están sometidos a una sobrecarga de tensiones, en el sentido de que su libertad individual es más restringida: la excesiva jerarquización se corresponde con el incremento de niveles, dentro del sistema de organización correspondiente. Eso explica el que, en el complicado mundo actual, la burocracia y la tecnocracia se revelen como auténticos obstáculos en la comunicación –cohesión- real entre los individuos de cualquier sociedad industrializada. Dado que existen innumerables niveles en el sistema, las decisiones y contactos personales, salvo, claro está, casos aislados, no tienen relevancia importante en la cadena de transmisión de datos, alejando al individuo de las fuentes de información primarias.
[…]
Lo anteriormente dicho refuerza nuestra tesis de que la multijerarquización intrasistémica conduce a un estado de desorganización, plasmado en la pérdida de cohesión entre sus miembros. Y explica, entre otras cosas, el que, en un estado de armonía con el medio, ningún sistema viviente tienda a incrementar la complejidad jerárquica ni los índices de productividad neta. Por lo demás, recordemos que un incremento de la complejidad jerárquica, se corresponde con un incremento en el consumo de energía. Y esto es patrimonio exclusivo de los sistemas inmaduros, inmersos, como las sociedades modernas, en un proceso de inversión ecológica.


Se trata de Las bases ecológicas del comportamiento humano, del Doctor Ramón Grande del Brío, que editado por Tundra he estado leyendo con gusto estas vacaciones.  Sin duda, un interesante punto para comenzar la reflexión en torno a cómo queremos que sea nuestra empresa y las relaciones que se establezcan entre los empleados.


Y es que se suele decir que "donde manda patrón, no manda marinero" pero, ¿qué ocurre si hay demasiados patrones en nuestro barco? Creo que puede naufragar tan fácilmente como si no hay ninguno, o el que existe no se es consciente de la responsabilidad que conlleva su cargo.

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