Nota del autor

Si la entrada que estás leyendo carece de imágenes, no se ve el vídeo que teóricamente lleva incrustado o el código fuente mostrado aparece sin formato, podéis conocer los motivos aquí. Poco a poco iré restableciendo la normalidad en el blog.
Este blog es un archivo de los artículos situados previamente en Lobosoft.es y ha dejado de ser actualizado. Las nuevas entradas pueden encontrarse en www.lobosoft.es. Un saludo,
Lobosoft.

martes, 14 de octubre de 2008

Un Buñuel global


La Agencia Española de Protección de Datos establece que las imágenes serán consideradas como un dato de carácter personal en virtud de lo establecido en el artículo 3 de la Ley Orgánica 15/1999 de 13 de diciembre y el artículo 1.4 del R.D. 1322/1994 de 20 de junio. Con ello, queda regulado el uso de sistemas de grabación de vídeo, que siempre deberá ser lícito y acorde a la legalidad, pero la práctica nos dice que no siempre ocurre así. Además, aunque así fuese, el uso de videocámaras que está experimentando un auge tan importante en los últimos tiempos choca frontalmente con el derecho a la intimidad de las personas, al no indicarse siempre que estamos siendo registrados por este medio, como indica expresamente la citada L.O. 15/1999 en su artículo 5º:


Colocar, en las zonas videovigiladas, al menos un distintivo informativo ubicado en lugar suficientemente visible, tanto en espacios abiertos como cerrados

Así, una tecnología que debería servir para proteger al ciudadano frente a posibles delitos, permite que seamos filmados continuamente, cuando paseamos por la ciudad, entramos a una tienda a comprar, o utilizamos el coche por la carretera. Se estima que en Londres, por ejemplo, un ciudadano podría ser grabado unas 300 veces diarias. En Málaga, ciudad en la que resido actualmente, se han instalado numerosas cámaras de vigilancia en zonas céntricas para prevenir los hurtos a los viandantes o en los locales comerciales de la zona. Es comprensible que el comerciante quiera “curarse en salud” y prevenir que los clientes se marchen sin abonar su consumición (llevando a cabo el conocido “simpa”) o un avezado carterista ponga en peligro a aquellos, pero este derecho choca frontalmente con el de la persona que desea sentarse tranquilamente a consumir una cerveza fresquita sin sentir un ojo electrónico que le está mirando sin pestañear.


Ante todo esto, existen numerosos grupos políticos y colectivos ciudadanos que se están movilizando en contra del uso masivo de estos dispositivos, intentando evitar que las calles se conviertan en los tentáculos de un Gran Hermano, y nuestra vida, en un show similar al de Truman. ¿Estamos ante un panóptico de magnitud global?


Para saber más:


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