Nota del autor

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miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Existe la neutralidad tecnológica? ¿Es posible la convivencia?

En la charla de ayer tarde de la Conferencia Internacional de Software Libre se trató de buscar el origen del nuevo modelo social y económico que se ha ido formando alrededor de Internet. Así, se nos invitó a reflexionar sobre cómo el software libre ha constituido un paso más en aras de conseguir un sistema económico basado en el intercambio de las ideas, más orientado al servicio que a la venta del producto. El software propietario estaría así más ligado a un sistema industrial en el que los fabricantes de software venderían, como lo han hecho hasta la fecha, sus productos mediante las licencias de uso. Sólo ellos tendrían la oportunidad y el derecho de efectuar modificaciones al código, y únicamente mediante el pago de una determinada cantidad podría un usuario hacer uso del software y actualizaciones.


Sin embargo, desde la llegada de Internet, que favoreció un mayor intercambio de ideas y una globalización de las mismas, el software libre ha constituido un motor de cambio y mejora. Nos encontramos, por ejemplo, ante el aviso de una nueva guerra de navegadores, provocada por el lanzamiento de Chrome, un navegador de código abierto, pero el verdadero cambio se produjo hace unos años, cuando Microsoft hacía valer su posición dominante en el mercado imponiendo a los usuarios un navegador al que apenas dedicaba tiempo para mejorarlo: el Internet Explorer. Quienes sufrimos hace una década esta lucha, recordaremos sin duda las páginas que recomendaban su visualización con Internet Explorer o con Netscape, y quienes se atrevieron a desarrollar páginas web en aquel entonces sufrieron lo indecible con dicho enfrentamiento, algo que por un motivo u otro se ha venido prolongando hasta la actualidad. Microsoft ganó la batalla en aquel entonces, y desbancó a Netscape en las cuotas de uso del navegador por parte de los usuarios. Esto provocó el estancamiento de Explorer, que no se vio obligado a reinventarse hasta que una comunidad de desarrolladores libre lanzó Firefox, y el resto es historia. Lo que sí es claro es que la competencia provoca (o, al menos, motiva) la mejora de los productos, por lo que no es deseable que se produzcan situaciones monopolísticas que no ofrecen nada a los usuarios, únicamente la dependencia tecnológica de una empresa.


Actualmente la situación ha cambiado, y mucho. Hay multitud de desarrollos de software libre que permiten acceder a programas de todo tipo, algunos de ellos de muchísima calidad. La mayor parte de la innovación en informática en los últimos años ha venido de la mano de pequeñas y medianas empresas y de la comunidad de desarrolladores, y las grandes corporaciones han ido asimilando las ideas e incorporándolas a su ingente maquinaria, mucho más pesada y menos flexible ante el cambio. Sin embargo, su modelo industrial de venta de licencias les ha brindado en el pasado unos grandes réditos, lo que redunda en un poder económico contra el que es difícil luchar. Por ejemplo, las administraciones públicas, están obligadas por ley a sacar un pliego público de condiciones para otorgar proyectos de desarrollo de software. Para el software libre, aun con todas las ventajas que conlleva, es difícil enfrentarse a un fabricante que ofrece sus licencias a coste muy bajo, prácticamente cero, si está interesado en ganar un proyecto, o que oferta junto a los desarrollos una serie de beneficios, como puede ser el caso de Microsoft con la Junta de Extremadura, donde les ofrecieron equipos informáticos para los colegios. Sin embargo, estos beneficios pueden ser la droga que nos haga dependientes de una empresa. La Junta extremeña no claudicó frente a este modelo, iniciando un cambio que ha tenido sus frutos: un sistema informático integral, que abarca a la administración, escuelas y empresas, basado en software libre. Independencia respecto a las empresas, y un conocimiento que ha quedado “dentro”. Es increíble ver el empuje que ha sufrido en los últimos años el mercado informático en esta comunidad, y cómo han pasado de ser una de las más infravaloradas del país a este respecto, a ser un referente para las demás.


El estado español gasta en licencias de software privativo unos 1.500.000.000 € al año. Por muchos equipos informáticos que ofrezcan las empresas, por muchos beneficios parejos que pueda tener ese software, no cabe duda que el ahorro económico de pasar al software libre sería de una magnitud increíble. Que no quiere decir que tenga que ser gratis, ni que no tenga mantenimiento, todo lo contrario. Pero justamente por eso, y porque el código fuente está disponible y somos libres de cambiarlo, el trabajo podría ser otorgado a empresas locales y a trabajadores más cercanos. Ante esto, como ciudadanos, deberíamos exigir a nuestros gobiernos no sólo la neutralidad tecnológica, que puede llegar a ser una trampa o provocar una situación de tablas del software libre con el privativo en determinadas circunstancias, sino una apuesta por la libertad, la sostenibilidad y la independencia de un determinado proveedor. Nuestros gobiernos no pueden depender tecnológicamente de un proveedor, sino que deberían ser tan libres como nuestro voto.


Si como usuario y profesional de la informática primaré, en igualdad de prestaciones (o ponderando las futuras mejoras y beneficios que podrán beneficiar a una u otra opción), un desarrollo libre frente a uno privativo, como ciudadano debería exigir a las administraciones el uso adecuado de los recursos. Por ejemplo, solicitando que nuestros impuestos no se dilapiden en licencias innecesarias, porque decidme si es lógico que se paguen no sé cuantas mil licencias de MS-Office para funcionarios que únicamente escriben algunas cartas al día, sin usar en muchas ocasiones el tabulador para insertar una sangría al párrafo, utilizando en su lugar la barra espaciadora 4 ó 5 veces; o que saltan de página dándole al Enter tropecientas veces en lugar de usar un Control+Enter para insertar un salto de página. Y que se niegan a usar Open Office porque dicen que tendrían que aprender a manejarlo…


También se mencionó el decrecimiento ante la crisis global que estamos viviendo, algo que me pareció bastante interesante tratándose de un foro en torno al software, y no únicamente de carácter medioambiental o social. Parece que hay muchos sectores que se replantean no sólo si el modelo que estamos construyendo es el adecuado, sino si lo hacemos a una velocidad adecuada. Los recursos del planeta son limitados, y convendría tenerlo en mente a la hora de tomar decisiones que puedan limitar el desarrollo de las generaciones venideras.


Por supuesto, se mencionó al canon digital y al proyecto Cibercrimes de Brasil, tan similar a las Enmiendas Torpedo europeas, y a la resistencia social frente a la creación de un estado policial en Internet. La Red de Redes siempre ha sido libre, y su crecimiento se ha producido gracias a dicha libertad. Sin que se pueda apoyar al libertinaje, lo que es cierto es que no podemos llenar Internet de trampas que no admitimos en la vida “real”. Si nos pareció un abuso la ley de la “patada en la puerta” de Corcuera, no debe parecernos otra cosa la imposición de unas enmiendas que restringen los derechos y libertades civiles en aras, dicen, de combatir el ciber-crimen.


Y poco más, interesantes cuestiones las que se plantearon ayer. Con la próxima entrada, si me dejan, se viene la Hackmeeting del pasado fin de semana ;) .

1 comentario:

  1. Si lo deseas, puedes hacer click para valorar este post en Bitacoras.com. Gracias....

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