Nota del autor

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Lobosoft.

martes, 21 de octubre de 2008

Software Libre y sostenibilidad


Ayer lunes daba comienzo la edición 2008 de la Conferencia Internacional de Software Libre (Open Source World Conference) de Málaga bajo el lema Un camino sostenible. Aunque por motivos laborales me era imposible asistir a los eventos de mañana, tenía intención de hacerlo, al menos, a las mesas redondas que había planteadas para la tarde de ayer lunes, y hoy, martes. Sin embargo, una ligera indisposición me impidió hacerlo ayer, aunque no fue óbice para que pudiera asistir virtualmente al debate, ya que gran parte de los actos que se están llevando a cabo se retransmiten en directo a través de la web, además de quedar reflejados en el blog de la Conferencia. Así, sentado cómodamente frente al ordenador junto al que paso tantas horas, asistí a la mesa sobre Software Libre y Sostenibilidad.


En el debate se plantearon muchos y muy interesantes argumentos sobre los beneficios que el Software Libre conlleva para el entorno, y se cuestionó de forma más que acertada la (llamémosle) necesidad que tenemos a fecha de hoy de equipos cada vez más potentes. Los ordenadores actuales, hasta la fecha, han venido duplicando su velocidad de proceso cada año y medio, siguiendo de forma bastante fidedigna la denominada Ley de Moore, pero este crecimiento, sin embargo, no se ajusta a las necesidades reales de la población. Como informático que ha de sufrir cada cierto tiempo la solicitud de asesoramiento ante la compra de un ordenador por parte de amigos o familiares, termino por recomendar lo penúltimo que ofrece el mercado, siendo aun así consciente de que el ordenador se le quedará obsoleto a su usuario en unos meses, y que ni en años conseguirá sacarle un 40% de rendimiento real al mismo. Otro tanto ocurre con recursos como Internet. Juan Tomás García, uno de los asistentes a la mesa, comentaba que Telefónica ofrecía ahora entre sus servicios la banda ancha de 100 Megas. ¿Quién de vosotros no tiene conocidos que afirman descargar continuamente películas o música con la mula (sobre todo ahora, que es posible adquirir discos duros patrocinados por la SGAE) simplemente para “amortizar” el coste que supone Internet? Así, Juan nos situaba ante el hipotético caso de un amigo que se dedique a descargar películas a esa velocidad, y termine por llenar los discos duros de casa con un par de Terabytes de buen porno. Estimaba que, de querer hacerlo, podría tardar un par de meses en catalogar las películas por director, actores, etc. Y no digamos en verlas. Aunque claro, perteneciendo a dicho género, bromeaba, sería posible pasarlas a alta velocidad sin perder mucho del argumento… Lo que resulta claro es que vamos camino de padecer el Síndrome de Diógenes Digital, acumulando equipos informáticos obsoletos, gran cantidad de gadgets y periféricos y, cómo no, ingentes cantidades de información que posiblemente no seamos capaces de encontrar a poco que no seamos organizados. Cuántos no habrán bajado nuevamente un software, o un disco, al no encontrarlo entre los cientos de CD’s y DVD’s, o en la intrincada estructura de carpetas de los discos duros externos. ¿Necesitaremos un buscador local de Google, o los servicios de gestión documental de Microsoft? ¿Realmente necesitamos toda esa información? ¿Sería posible generar una industria de equipos no tan potentes pero mucho más eficientes energéticamente y con menor cantidad de residuos? Estos son los retos a los que nos enfrentamos.


Por otro lado, Javier Romañach Cabrero, de la Fundación SIDAR, planteaba cómo han tomado del software libre su filosofía para llegar a crear un proyecto colaborativo entre discapacitados. Crean comunidades, y comunidades de comunidades, en las que el trabajo común lleva a obtener un beneficio mutuo. Así, si necesito un currículum pero no puedo escribir, otros miembros de la comunidad pueden ayudarme para tenerlo listo, e igualmente yo podré hacerlo en otros aspectos para con ellos. Esta interesantísima iniciativa se sustenta, en parte, sobre software libre, pero Javier planteaba la necesidad que tienen estos colectivos de discapacitados de resolver sus problemas hoy, y no mañana. Si el software privativo les permite llevar a cabo tareas que no les son posibles con el software libre, sintiéndolo mucho tendrán que seguir atados al mismo en tanto las soluciones aportadas por la comunidad no sean igual de buenas para alcanzar el mismo fin. E insistió en esta misma circunstancia: para ellos el software, la informática, puede suponer la diferencia entre alcanzar el fin o no, más que ser un medio para esto mismo. Aunque Simon Phipps, de Sun Microsystems, apuntaba que Microsoft ha necesitado veinte años para alcanzar y mantener el estado de poder que ostenta hoy día, y que GNU/Linux en apenas diez ha alcanzado un nivel de prestigio y reconocimiento bastante merecido, lo cierto es que todos queremos soluciones para mañana y no para dentro de cinco años, y esto no es posible. Y lo cierto es que salvando problemas mayores como los apuntados por Javier, y en los que la comunidad deberá seguir trabajando, el software libre puede aportar más soluciones que problemas a los colectivos necesitados. Fernando da Rosa, procedente de Uruguay, nos comentaba el impulso importantísimo que ha supuesto el software libre entre niños de zonas desfavorecidas del país. En colegios en los que el absentismo era terrible, y los problemas de drogas y violencia estaban a la orden del día se impulsó un plan de formación usando equipos antiguos procedentes de otros países. A los niños se les enseñó a montar los equipos y repararlos, a instalar GNU/Linux y configurar redes. Y el absentismo decreció hasta el 0%. No sólo eso, sino que los niños, que eran problemáticos para sus comunidades, se convirtieron en motores de cambio y en referentes para sus vecinos.


También se planteó cómo la Web 2.0 está teniendo un impulso imparable a nivel mundial, pero ciertamente herramientas poderosísimas para la interacción social y la autogestión se están convirtiendo en el juguete de un ocioso primer mundo. Esto es algo que me ha llamado la atención desde que, de unos años a esta parte, están surgiendo más y más herramientas colaborativas basadas en Internet. Muchas de ellas se convierten en eso, en “juguetes” con los que socializarnos, donde conocer a gente o jugar al “yo te escribo y tu me escribes”. Wikis-frikis y Facebooks varios en los que invertimos nuestro tiempo de ocio. Y que conste que yo soy el primero que se divierte con la explosión de la Web 2.0, pero es cierto que si acercamos a los más necesitados estas herramientas, podrían darles un uso más que interesante. Junto a la nube que está por llegar, podemos encontrarnos ante un interesante panorama o una borrasca de cuidado. Porque si bien es cierto que el cloud computing y el uso de thin clients podría dar un empuje a la informática en este tipo de países. Sería posible utilizar equipos obsoletos del primer mundo, pero perfectamente válidos para trabajar con ellos sobre sistemas operativos más ligeros y adaptables (y aquí GNU/Linux tiene las de ganar, de momento), con aplicaciones ligeras o basadas en web. Veríamos así al navegador, por fin, convertido en el cliente universal. Pero todo esto también tiene un peligro. Si ya Microsoft comentaba hace años la posibilidad futura de usar su Office “bajo demanda” pagando sólo las utilidades que fuésemos utilizando (por ejemplo, pagar una pequeña cantidad cuando usásemos el corrector ortográfico, o algo más por un Word completo) y las utilidades de Google en la red se multiplican, lo cierto es que en este tipo de acciones he visto siempre un doble sentido: se acabaría así finalmente con la piratería (o se complicaría bastante el poder usar software legal de forma ilícita) pero a la vez estaríamos mucho más atados a los designios de las empresas, que decidirían qué esta disponible y cuándo. Stallman, algo más agorero con todo esto, ya ha lanzado su advertencia sobre este “Caballo de Troya 2.0”, y no creo que ande del todo desencaminado…


Por cierto, antes de terminar, quería dar un par de "tironcillos" de oreja a la organización. El primero de ellos, al ver que en la mesa los conferenciantes tenían a su lado botellines de agua. El PET usado en esos botellines es contaminante (sí, aunque menos que otros plásticos) y requiere para su fabricación ingentes cantidades de agua y energía. Y aunque es reciclable, recordemos que el reciclaje tampoco es la panacea de la sostenibilidad. Hay que aplicarse las Tres R: Reducir, Reutilizar y, por último, Reciclar ;) . Unas jarras de cristal para que prueben la que según el Ayuntamiento de Málaga es un agua de excelente calidad serían bienvenidas en otra ocasión. El segundo tirón de orejas es por la emisión de video a través de la web. El servicio de streaming usado no permitía la visualización a pantalla completa de la conferencia si usábamos Firefox (2 ó 3), pero sí Internet Explorer... Mmmm.... ¬_¬ .


Resumiendo, que se trataron de forma amena las implicaciones que tiene la informática en general, y el software en particular, sobre nuestro entorno y el medio ambiente. El software libre puede ser motor de cambio a este respecto, permitiendo alcanzar un sistema más justo económica y socialmente pero, como tantas otras cosas, depende de nosotros. Así que nada, ¿te subes al carro?

2 comentarios:

  1. Si lo deseas, puedes hacer click para valorar este post en Bitacoras.com. Gracias....

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  2. No había oído hasta ahora lo del síndrome de Diógenes Digital, pero hay que admitir que es una verdad como un templo, y que todos lo padecemos de alguna u otra manera...

    Por cierto, luego me dicen a mí que madrugo para sentarme a escribir y leer blogs ;)

    Saludos.

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