Nota del autor

Si la entrada que estás leyendo carece de imágenes, no se ve el vídeo que teóricamente lleva incrustado o el código fuente mostrado aparece sin formato, podéis conocer los motivos aquí. Poco a poco iré restableciendo la normalidad en el blog.
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martes, 13 de enero de 2009

El caso de la tetera caliente

Ayer aparecía una noticia que ha trascendido a todos los noticiarios debido a su capital importancia: realizar dos búsquedas en Google consume la misma energía que calentar una tetera, lo que equivale a una emisión similar de CO2 a la atmósfera (unos 15 gramos). Esta noticia parece ser la única información de interés que han extraído los medios del informe que, como resultado de dos años de estudios sobre consumo energético en sitios web, ha publicado el Doctor en Física Wissner-Gross.


Desde mi punto de vista, creo interesante que la población sea consciente de que todo, absolutamente todo, tiene una repercusión sobre nuestro medio ambiente. Esto es obvio, ya que formamos parte de un sistema que está en un delicado equilibrio, y cualquier alteración que causemos en el mismo tiene sus implicaciones. Así que si la forma de que nos llame la atención que usar algo tan “inofensivo” como es Internet tiene su coste es que se publiquen noticias como esta, bienvenidas sean.


En cualquier caso, creo que no hay que llegar a ser excesivamente simplistas. El ordenador que usamos para llevar a cabo las consultas también lleva asociado un consumo energético, que podemos estimar con herramientas como Local Cooling; “dejarlo bajando” para “amortizar” el coste de la conexión a Internet obviamente no es lo más recomendable para contribuir a minimizar nuestra huella ecológica. También es cierto que tanto Google como otras grandes empresas informáticas son conscientes de que lo verde vende, así que existen investigaciones en torno a medios para minimizar el consumo de sus servidores y, de paso, intentar ahorrar unas pesetillas. Ahora bien, medidas como instalar los datacenters en Islandia, porque el clima frío (que cada vez lo será menos, a pesar de que algunos digan que el cambio climático es una falacia), o al lado de un río para aprovechar la energía hidroeléctrica y tener una fuente de refrigeración cercana no son tan ecológicas como nos quieren hacer ver. Porque, por ejemplo, el calentamiento de los equipos sigue produciéndose, disipando además el calor sin que sea suficiente para reutilizarlo en la calefacción de los edificios, pero sí como para que altere su entorno, al producirse de forma constante. Por otro lado, los ríos ni son ni vertederos ni canales de riego (pese a quien pese, y se piense lo que se piense), sino ecosistemas en delicado equilibrio del que depende la vida en los mismos, en las zonas que riegan y en el mar o lago al que desembocan.


Los usuarios tampoco tenemos fácil la elección. ¿Equipos “ecológicos” de madera o bambú? ¿Desechar mi equipo antiguo por uno nuevo, cuando aún sigue funcionando y se utilizó tantísima agua y energía para fabricarlo, además de todo tipo de sustancias contaminantes, o tan escasas como el coltan?


Total, que todo esto de la noticia de la tetera, aparte de rellenar el hueco que vienen dejando en los informativos y la prensa escrita la huelga de pilotos de Iberia, las nevadas de Madrid (sí, soy consciente de que en toda la franja norte está nevando estos días, pero amigos míos, sólo se habla de la capital de España, qué le vamos a hacer ;) ) y la más que preocupante guerra (infinita) en la franja de Gaza, no creo que sea demasiado concluyente. Hay que consumir menos, sí, ahorrando energía antes que seguir produciendo más, dando a lo que compramos (dispositivos electrónicos, coches, muebles…) la vida más larga y útil que podamos. Y, sobre todo, hay que ser conscientes de cuanto hagamos tendrá sus implicaciones. Porque los gobiernos y las empresas, por supuestísimo, tienen su responsabilidad, pero ésta no nos exime de la nuestra. En relación con todo esto, os recomendaría un par de libros del gran pensador Saramago: su Ensayo sobre la lucidez y La Caverna.


Finalizando ya, según el estudio de Wissner-Gross los servidores que emiten vídeo generan 0.02 gramos de CO2 por segundo (aunque imagino que adicionalmente vendrá asociada una emisión paralela en múltiples servidores debido al streaming de vídeo). Así que os invito a una tacita de té, la cuarta parte de la tetera, si queréis oír esta canción sobre genocidio (llevado a cabo por el pueblo) judío, que desgraciadamente sigue tan vigente a día de hoy.



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